y qué más da
empezar así:
NO
aquí ya no
aquí no trina
el ruiseñor
ni otra bípeda
romántica,
ya que
usted sino
lee poesía polaca
en voz alta, tendido
en la cama;
al uso, según parece,
de algún vago
derramado en su cuneta
despotricando
mofas al
aire,
echa vistazos al ventanal
porsiaca:
nota que las hojas caen
y no tocan el adoquín;
la niebla huye de patios
vacíos,
la muchacha de calzas
se pasea a lo lejos;
y nada más
se le ofrece que:
dos rayos de sol,
siete gaviotas, casuchas
que bordean el Cordillera
examine su día:
el libertinaje le agobia, la
escena de un hombre decente
sería esta:
toma
asiento,
enciende su pallmall,
pierde la
mirada
en el vacío
bajo un murmullo de grillos
se echar a
llorar
y no es que tenga socios
en la prole suicida,
no
aquí no
ha de suponer
de
fini
quitar
se
ahora
esque
cómo?
seppuku vestido
fármaco bebestible
bañado con utensilios
caída libre pletórica
bah, tonterías,
restos odiosos
de novela rusa
en un depto de alquiler, amoblado
de trastos ajenos, vestidos
nada más que de ropas de galpón
americano,
que no quepa la pena,
no
aquí no
es el lema;
acaso un berrinche
sí
el temple sui generis
para una sana eucaristía
con la melancolía canalla,
tan eficaz y gemebunda,
como un esplín o
una saudade;
levántese
que la cama no sea tumba,
que al fondo se vean calcetines,
plata tal vez;
levántese
en el espejo de baño sus dientes
picados, el jopo de Morrisey,
cierta cicatriz infantil
en el pómulo izquierdo
que la creen margarita
los granos
se han marchado de su cara
y con ellos, su juventud
el televisor son rayas:
una mujer desnuda
se embadurna los muslos
vislumbra bajo su ropa interior
la ciencia de unas toallas higiénicas
en el living, un
tarot
hecho una rosa, amuletos
de
bisutería, vitrificados,
filas de novelitas de viejo
a un costado de una Olivetti,
y en la mesita,
para inventariar:
tres hindúes: una familia
de elefantes, una lámpara de sal
que suda dejando un charco y
un buda de porcelana con cara de Mulán,
White Tara se llama
….
es que
no insiste
no hay motivos ¿no ve?
para deambular a pie pelado
por el flexit y tan diletante
porque aquí no cante
ni el mirlo;
alergia.
mire,
es hora de acatar
ciertos puntos
uno
fructifique
dos produzca
tres actúe
algún mendrugo de prestigio,
nadie pide prensa rosa,
ni viajes a Tombuctú,
sino algo terrestre
con lo que alardear,
ante
aquella
preguntita
fisgona:
¿en
qué estás?
¿para
qué sirve?
¿es una broma?
una broma sin límites,
infinita pongamos, ¿acaso
no es el horror?
indiferente
gira el pomo
se echa a volar
baja los peldaños
de dos en cinco,
de cuatro en tres,
con dificultad, pues
sus garritas de colibrí
aún no lo sostienen en pie
arriba el cielo pálido
inalcanzable,
la brisa cristalizada sobre el macadam
y babosas bajo sus tenis agujereados
las micros surcan berreando
este anfiteatro de cerros,
acompaña el aroma a café
matusalén que despide
el puerto por las mañanas
y durante el día, por gracia
de cierta fábrica como del XIX
ubicada en plena av Francia
que sin obreros ni a pito
de nadie, sigue funcionando,
como una casa embrujada
se ve desde aquí
la chimenea oxidada
de la cafetera,
allá al fondo, una procesión
fúnebre o de recién casados
sube apenas por Tomás Ramos
que en plan trivia
fue un mercader
de jabón
de becerro
de licor
tipo vino
….
al filo del bordillo
su tribuna
espera la B
no viene
ejercita un verso,
un versículo, si da
el vuelo
lo olvida en cosa de sinapsis.
tranquilo,
espera micro,
se toma más
del tiempo habitual,
tranquilo;
aquí tiene la prisa
a pie baja por la calle
surcada de botellines, colillas
bolsas que bailan, calzoncillos
abandonados por sus dueños
como zarigüeyas arremolinadas
en el barro
arenoso
grafitis
a lo Basquiat, rincones tipo Bacon,
papel kraft con poesía panfletaria,
y un niño autista que creyéndose
sapo de micros le indica la hora
a los transeúntes y a las palomas
eran gitanos
en realidad
por Tomás Ramos
la calle va para abajo
es el río caudaloso
que desemboca en la plaza
como una cañería al mar
la Sotomayor soleada, baldía:
esto no es una plaza, dice
un porteño, sino
este eriazo
pavimentado,
la playa
estacionamiento
o el sitio
perfecto para una guillotina
en su centro,
con trozos de jibia
que cuelgan de su pico,
como el caldillo de cebollas
de un cucharón,
un pelícano rebuzna
al estilo parque jurásico
anuncia, al parecer,
la venida de un cataclismo
los bomberos prenden sus alarmas,
una ola enorme se hace notar al fondo,
los transatlánticos se mecen
como patitos de goma en una bañera
las anfitrionas de los restoranes
se dan a entender a groserías,
los marineros patrimoniales
pierden sus ribetes, insultan
a la gente creyendo controlarla
la casa tiembla
la ciudades tiemblan
o las habitaciones
de una casa.
Imagina
Viña como living,
Villa como dormitorio,
y el puerto como un baño, siempre
húmedo,
maloliente, como los cormoranes
que se empapan a medianoche
*
este carcajeo de gaviotas
acá en Villa Germania,
a veintisiete kilómetros
de las orillas del pacífico;
asi de tanta manifestación
telúrica se aturdieran,
atrayéndose confusas
hasta aquí
donde
ni rocas
ni plancton
hay para ellas.
hace sueño,
pero el fraseo
viene solo, voluble
como sondas
elípticas,
astrales,
desquebrajándosele
la mollera tan briosa,
por haber quemado
tal vez aquel pitillo
comprado a precio
huevo a un camello
desesperado y corto
por fin de mes.
no hay plan,
está solo en casa:
fuera sus moradores
por trámites u ocio
provoca la ocasión
para trabajar
en silencio total,
cobijado en la sencillez
quizás el horror
de una casa vacía.
se acomoda en pose zen
frente al bowindow
con el notebook viejo y denso
en los
muslos
abre el Word,
letra Garamond,
calibre dieciséis,
justificado, un espacio.
escribe
como un niño con TDA:
a cada tanto detenido
por curiosas menudencias
aletea, el texto
se dispersa,
aletea
las ideas le son,
en un punto,
inalcanzables
sin venir a cuento
busca en el google algo
sobre la música ambiente
Ian Curtis,
poeta de Madchester
nacido de androide
perdido en tierra de nadie
Ian Curtis,
especie de eremita epiléptico,
adicto al ravotril, que vaga
por una fábrica de estéreos,
Ian Curtis
una pura escena:
el brote del fascismo suburbano.
sin el hito no vería
punkis que mendigan
en los pasos bajo nivel
del metro
una novela de sci-fiction:
House
of Dolls
(no el drama de Ibsen)
escrita por Ka-Tzetnik 13563 3,
(así, con cifras.)
menciona las joy división.
la solapa del libro
resume:
el
hombre conocido
como Ka-Tzetnik 135633,
sobrevive al Holocausto (…)
pasan treinta años de
pesadillas nocturnas de intensidad
aterradora,
cautivo de los horrores
de su dos años en Auschwitz (…)
es 1976, busca ayuda
del Profesor Bastiaans,
el psiquiatra holandés
primero en reconocer
Holocaust-Syndrom
Síndrome del Campo de Concentración,
y en tratar con éxito
a supervivientes
mediante una terapia
que incluye dosis de ele ese dé (…)
Ian Curtis
recuerda una declaración:
no vi un árbol hasta los 9 años.
el árbol es como el esqueleto
de una mano,
una red de huesos
en movimiento
los
mecanismos
son
indi―
tintos,
ejem,
jamás prestó atención
a sus dedos al escribir,
los mira,
parecen
brazos de humanos
en miniatura:
trabajan con el físico,
como los proletas,
el supervisor: la cabeza
―cerebro latifundista―,
emite nervios como versos
que su mano
acata,
o sea,
escribe.
uh, acaba de pillar sin querer,
su trauma con los pájaros
uno pajarea para dar constancia del viento;
dos toma nota como las patitas del polluelo
le dan impulso para volar,
en la cocina la tele cuelga,
gringos conchatumare, dice
su hermano al ver final
de Sister act: la Whoopi Goldberg
dirige un coro góspel de blancas
mudo su hermano se come
un huevo frito mal cocido:
carbonizado debajo, crudo encima,
o sea: mucho fuego, poco tiempo
van idos como gansos
su hermano exhibe sus ojos atroces,
usted evita mostrarse así
y pone gotitas en ellos
un grupo de hombres fuera
ríe con desconsuelo,
borrachos
es posible
sienten pasar la noche
con vacilación;
relucen los pocos
neones de aquel
lado de la calle,
un lanzallamas sobre un árbol danza,
la caravana nupcial de autos llega
por calle Lautaro
serán estos los lineamentos
de la limpieza,
o más o menos,
lo primero:
cómo salvar en fácil un problema peludo
me parece ideal precisar el verbo salvación,
y para esto pondré un ejemplo:
el mal viaje.
¿cómo sobreviviría
a las garras de una red
o de un talón,
de esta locura
ya implícita,
mutante?,
quizás sea ese alguien
que allá afuera escucha
la tele con estridencia;
chile gana, otro gol,
y los vecinos moto
gritan despavoridos,
en tanto usted presta atención
a los renglones vacíos de un Tabarovsky
lo segundo:
desde acá ve
un anciano decrépito que
hojea un Frits Lang y
es llevado en silla de ruedas
por su enfermera adolescente
divisa a un padre
que lleva a su hija a la plaza
a jugar a solas en los resbalines
detrás de ellos se quema un depa
la plaza,
la muerte,
los niños
los bomberos histéricos
de nuevo,
un departamento en llamas,
el partido por la tele;
sexo,
alcohol,
siniestros
se ve desde acá
lo tercero:
de pronto, obstinado, el
dintel de la puerta
se resquebraja cayendo a su nuca un polvo
es como si temblara todo el día,
vibra desapasionado el muro,
y la alfombra, y su bebé que
le rumia
los catarros, suceden incólumes
al susurro de la convulsión,
no es que vibre, crepite
encía,
bebé,
diente
unos
hilos que penden
de cortinas, perdiéndose,
entre las cañerías rotas,
en lo profundo de su casa
lo cuarto:
mientras las mujeres ríen
música de los ochenta,
desagües que refluyen,
el chicle pierde su sabor;
están estos lunares en el mantel que le
retuercen la vista,
de inmediato nota espantado que su mano se mueve sola
por las hojas de un calendario
entre el negro de la tinta
y la pupila que ve,
distingue remotas palabras,
"relleno",
"Puttermesser".
la película se va a comerciales:
una niña con acné se maquilla
con su propio antiséptico,
cambia al 99, el último canal
del dial: un evangélico da el sermón,
en el 1 una entrevista en inglés
del noticiario de la BBC,
del 2 al 4 son españoles,
el 5 argentino.
ambas se cagan de la risa
pero a ella no le caería
en gracia que usted escribiese:
"en tanto lavan y secan la loza
las mujeres hablan de Paul Preciado",
y así y todo es lo que hacen:
con una mano secan con la otra
declaman párrafos del Manifiesto
Contrasexual
dos voces, serían,
que sellan un pacto irreal,
bajo el poder de la lengua
que, siniestra y vanidosa,
galopa separada de la vida y unida
a ella hasta la muerte,
como de hecho está el azar
en su nervio cartilaginoso.
lo quinto:
¿un ensayo sobre Tabarovsky
Buenos Aires, 1967
o acerca de la muerte del público
circa 2004 ?
sesgado. Tabarovsky:
fue la sintaxis, dice,
la que estuvo en discordia
luego vino lo nimio,
acaso lo absoluto;
eso que iría hacia
una teoría del estilo,
llegando tal
como un estilo de teoría
los grandes libros fueron escritos para
no ser leídos,
sino degustados,
palpados,
asimilados lentamente,
sin leerlos sino explorando,
ensayando sobre ellos,
desgranando
ando
en lo que
digamos,
son zonas públicas,
encarnadas en las columnas,
y las privadas,
los ensayos
la columna extrovertida,
la introversión del ensayo
le daré otro ejemplo práctico:
escribir sobre una lavadora,
y no sólo eso,
una lavadora en una cocina
quizás fría, estrecha
de un departamento del año sesenta,
en la comuna de Ñuñoa,
en Santiago de Chile