El recurso
del misterio se instala a veces en el cuerpo mismo de una novela en el modo en
que los personajes principales se expresan y en los comentarios del autor sobre
ellos. Trataré de demostrar esto en Dickens.
El Sherlock Holmes de Conan Doyle se expresa misteriosamente en ocasiones. Este misterio se alcanza a veces por oblicuidad (es decir, por referencias indirectas).
El Sherlock Holmes de Conan Doyle se expresa misteriosamente en ocasiones. Este misterio se alcanza a veces por oblicuidad (es decir, por referencias indirectas).
El inspector pregunta a Holmes si planea
visitar la escena del crimen:
«Ha sido muy atento de su parte», contestó
Holmes. «Se trata sólo de la presión barométrica.»
«No entiendo qué quiere decir con ello», dijo
Lestrade, perplejo.
(“El misterio
del Valle de Boscombe”)
Esta referencia indirecta significa:
"Si no llueve".
Conan Doyle pensó que este pasaje era lo
suficientemente importante como para ser incluido en la historia, aunque no tenga
importancia en la trama que se desarrolla. Sin embargo, con el fin de hacer uso
de este recurso, el autor deja a Sherlock Holmes en el hotel. Holmes, por lo
tanto, tiene aún más razones que antes para sentirse enojado:
«¡Oh! ¡Cuánto más sencillo habría sido todo si yo
hubiera llegado antes de que pasara esa manada de búfalos que ha pisoteado todo
cuanto hay!» (Ibid.).
Aparte del deseo de Doyle de mostrar el
ingenio de Sherlock Holmes y de manifestar su prudencia, el retraso torpe en el
hotel también permite al autor introducir ciertas conversaciones analíticas en
su historia.
En "La banda de lunares" la
historia se cuenta en dos partes. La primera parte cuenta la causa del crimen.
Este es, por así decirlo, un resumen. En la segunda parte se nos cuenta el
delito mismo, y en gran detalle.
Ahora voy a contar el comienzo de esta
historia en extractos. Esta es la historia de la muerte de una mujer contada
por su hermana. Puesto que yo mismo no pretendo escribir una historia de
misterio en estas páginas, proporcionaré un prefacio a la descripción.
En los siguientes extractos encontrarán
algunas pistas, cuyo propósito en cada caso es necesariamente crear una
resolución falsa. Las demás pistas no se dan directamente sino de pasada (es
decir, a través de cláusulas subordinadas, en las cuales el narrador no
participa, pero que son sin embargo de gran importancia). Y también encontrarán
una advertencia.
Extracto
1: Material para una resolución falsa.
Extracto
2: Un vago indicio del método utilizado por el culpable para cometer el
delito.
Extracto
3: El comienzo de este pasaje incluye una pista importante sobre las
circunstancias del crimen. Esta pista se coloca intencionalmente en la forma
oblicua de una cláusula subordinada.
Extracto
4: Detalles del asesinato.
Extracto
5: Lo mismo.
Extracto
6: Las palabras del fallecido se dan de tal manera que apoyan una
resolución falsa (como si la mujer hubiera sido asesinada por gitanos).
En la apertura de la historia
descubrimos ciertas piezas de información que apuntan, al parecer, al padrastro
como el culpable. Esta parte está totalmente motivada.
(1) «No tiene ningún amigo, a excepción de los
gitanos errantes, y a estos vagabundos les da permiso para acampar en las pocas
hectáreas de tierra cubierta de zarzas que componen la finca familiar,
aceptando a cambio la hospitalidad de sus tiendas y marchándose a veces con
ellos durante semanas enteras.»
(2) «También le apasionan los animales indios, que
le envía un contacto en las colonias, y en la actualidad tiene un guepardo y un
babuino que se pasean en libertad por sus tierras, y que los aldeanos temen
casi tanto como a su dueño.»
(3-4) «Las ventanas de los tres cuartos dan al jardín.
La noche fatídica, el doctor Roylott se había retirado pronto, aunque sabíamos
que no se había acostado porque a mi hermana le molestaba el fuerte olor de los
cigarros indios que solía fumar. Por eso dejó su habitación y vino a la mía,
donde se quedó bastante rato, hablando sobre su inminente boda. A las once se
levantó para marcharse, pero en la puerta se detuvo y se volvió a mirarme.
»―Dime,
Helen ―dijo―. ¿Has oído a alguien silbar en medio de la noche?
»―Nunca
―respondí.
»―¿No
podrías ser tú, que silbas mientras duermes?
»―Desde
luego que no. ¿Por qué?
»―Porque
las últimas noches he oído claramente un silbido bajo, a eso de las tres de la
madrugada. Tengo el sueño muy ligero, y siempre me despierta. No podría decir
de dónde procede, quizás del cuarto de al lado, tal vez del jardín. Se me
ocurrió preguntarte por si tú también lo habías oído.
»―No,
no lo he oído. Deben ser esos horribles gitanos que hay en la huerta.
(5) «Al abrir la puerta, me pareció oír un silbido,
como el que había descrito mi hermana, y pocos segundos después un golpe
metálico, como si se hubiese caído un objeto de metal.»
(6) «Al principio creí que no me había reconocido,
pero cuando me incliné sobre ella gritó de pronto, con una voz que no olvidaré
jamás: ―¡Dios mío, Helen! ¡Ha sido la banda! ¡La banda de lunares!» [...]
«Así pues, no cabe duda de que mi hermana se encontraba sola cuando le llegó la
muerte. Además, no presentaba señales de violencia.»
El punto es que en inglés la palabra
"banda" es un homónimo (es decir, tiene dos significados: una "cinta"
y una "pandilla"). La existencia de dos posibles interpretaciones de
esta palabra son evidentes a partir del diálogo subsiguiente.
«Ya. ¿Y qué le sugirió a usted su alusión a una
banda… una banda de lunares?»
«A
veces he pensado que se trataba de un delirio sin sentido; otras veces, que
debía referirse a una banda de gente, tal vez a los mismos gitanos de la finca.
No sé si los pañuelos de lunares que muchos de ellos llevan en la cabeza le
podrían haber inspirado aquel extraño término.»
Holmes
meneó la cabeza como quien no se da por satisfecho.
Este uso de un homónimo es común en
Conan Doyle. El siguiente pasaje de “El misterio del valle de Boscombe” se basa
en el mismo principio:
OFICIAL INSPECTOR: ¿Le hizo su padre alguna
declaración antes de morir?
TESTIGO: Musitó unas palabras pero sólo
pude entender algo parecido a rat.
Holmes sugiere un significado muy diferente para
esta palabra:
«¿Y qué hay de esa palabra rat, entonces?»
Sherlock
Holmes sacó de su bolsillo, un papel plegado y lo desdobló sobre la mesa,
diciendo:
«Este
es el mapa de la colonia de Victoria. Telegrafié anoche a Bristol y pedí que me
envíen uno.»
Puso
una mano en una parte del mapa y me preguntó:
«¿Qué
lee?»
«RAT»,
contesté.
Y
luego, levantando la mano:
«Y
ahora, ¿qué lee?»
«BALLARAT.»
«Perfectamente.
Esa fue la palabra que pronunció el hombre, sólo que el hijo oyó la última
sílaba. Intentaba decir el nombre de su asesino: Fulano de Tal, de Ballarat.»
Sería fácil citar varios ejemplos
solamente de Conan Doyle. El recurso es bastante recurrente. Jules Verne hace
uso de las diferencias semánticas entre lenguas en Los hijos del Capitán Grant. Un misterioso documento, escondido en
una botella y parcialmente borrado por el agua, es interpretado de varias
maneras diferentes, dependiendo del significado que le asignaría a las palabras
anotadas el viajero en su lengua materna. La resolución correcta de este
rompecabezas se complica por el hecho de que este viajero se refiere a un
naufragio a través de un sinónimo geográfico (la isla de Tabor).
Cualquiera podría encontrar fácilmente
paralelos en otros lugares.
Como se ve, todo se reduce a esto: ¿Es
posible bajar dos perpendiculares de un punto a la misma línea?
El escritor busca un caso en el que dos
cosas incongruentes se superponen, al menos en un aspecto. Por supuesto,
incluso en las historias de detectives esta coincidencia a menudo toma la forma
de algo completamente distinto de una palabra. En La Inocencia del Padre Brown, Chesterton emplea como recurso la
coincidencia de la capa de un caballero con el uniforme de un ayudante.
Pero no estoy de acuerdo.
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