aquí nos bajamos, timonel
el cerebro lo llevo hecho una hortensia
azul, es por la mala oxigenación, creo
(mucho viejo vinagre y pata hedionda)
y este ritmo de pelota otto krauss
que me revuelve la tripa (¿o fue ese cordero
pasado a espino con arroz pelado?)
este pulman, mitad ovni
capeó demasiadas curvas, timo
como un surfista ansioso
parecía cowboy de espagueti western
o el keanu reeves en matrix, esquivando balas
pegando guaipes a sus pasajeros
batido de guata aderezado
(válgame dios)
por un horroroso trap
de puertorriqueño zombie
que bombeaba tu radio, timo
con subwoofer y todo, chucha
a volumen estridente
(mi tímpano y mi cóclea
parecían beso calugueado)
y nadie se opuso, somos obedientes,
nadie le conversó al conductor
al fin se detiene en plena noche oscura
y nos libra de este tagadá, timonel
pago con sencillo
se cancela, gracias
por ahí nos vemos
a un costado de la carretera
las ovejas comen chicle y nos miran atentas
los ¿búfalos? pastan y zarapitos pardos
como el río, aguardan a su presa
se notan de lejos sus ojos húmedos
y sus picos como garfios huesudos
incluso de noche sus pelajes lucen espléndidos
disfruto de estos paisajes: las pieles
las pestañas de un caballo
los kanjis en la caparazón de una tortuga
las caras en las alas de una polilla
allá es
la caseta del centinela envuelta en bruma
nuestro faro
el sendero de camping
se despliega ante nosotros
y no como la alfombra
roja que pisa el keanu
o la voladora de aladino
sino cerúlea y tiesa
como una guincha de medir
terrible de lento este plano de tarkovsky
¿o serán estas canillas
y estos gemelos
como guaipes tristes?
la masa muscular
se me transformó
en chicharrones, sorry
pero siempre queda leer
lo que sea: las estrellas
el rostro, las huellas en el fango
los billetes, la pasta de dientes
la leche en polvo, un parte
una carta de amor, las cuentas
(eso lo veo más rato)
en la prosa de esta vereda
sin ir más lejos (así como vamos)
podemos leer, como las gitanas
odiosas que ven el porvenir
en los pliegues de una mano,
la secuencia de historietas
de un veraneo sin guita
el mosaico de calores
y piñas imaginarias coladas
los tours en lanchas
a mirar, binocular en mano,
a unos pingüinos
cagarse de calor
sobre una roca milenaria
en isla mancera
curanto en hoyo en quellón
rodeado de alemanes y chinos
cantando el gorro de lana
u ostras del porte de una zapatilla
del cautiverio al plato
—la promocionan—
denle jugo, por fa
de limón
del viaje quedan las fotografías
un beso cruzando el canal chacao
del viaje no siempre queda plata
llaveritos y conchitas para los familiares
del viaje siempre queda el viajero
una selfie mal sacada (dedo intruso)
con el hermoso arrebol de fondo
el núcleo familiar
hace trekking
pisan musgo
la acolchada
selva valdiviana
parece una cama, dice la beba
el padre fuma tabaco cubano
la madre tararea una de mazapán
recorren los cerros
y sus propios codos
porque viajar es viajarse
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