domingo, 5 de agosto de 2018

MIRO UNA SERPIENTE/ 1 poema de jorie graham





trabaja sobre el pasto seco
            en el patio de la casa
capturando moscas. se deja ver,
            se esconde
y si bien pienso
            que esto tiene algo que ver

con la codicia, hoy pareciera
            tener que ver
con el trabajo. le tomó casi
            media hora enhebrar
cerca de tres metros de césped,
            tan lento

entre las hojas, que no podías
            verla mover. vi
que el rastro de su cuerpo en el pasto
            de pronto desaparecía
sólo para reaparecer
            un poco más allá

una cabeza anudada y negra en alto
y sus ojos puestos en una mariposa

sería este un progreso perfecto
            donde el movimiento
se desvanece, una reparación
            de lo visible

por lo invisible ―tal como
            suturamos la tierra,
me parece, cada vez
            que morimos, en retroceso
subiendo de nuevo...
            es la puntada

más simple, este ir a donde se debe,
            dejando un rastro
nunca suficiente por defecto.
            pero saciar el hambre
por cosas pequeñas ―moscas, palabras― ir
            porque el cuerpo de uno

va. y en esta criatura desconcertante,
            un hambre leve,
ese que ni siquiera arrancaría
            un diente de león,
atrapa una ineludible libélula tornasolada

que acaba de aterrizar en un capullo...
            todo esto para decir:
no les tengo miedo
            hoy, ni jamás,
creo. no estamos, no estuvimos,
            nunca equivocados. el deseo

es el trabajo más honesto del cuerpo,
            su ingeniería, su viento.
¿debiera tener también sus velas? ―alas
            en esta boca diminuta, válvulas
en el corazón humano, representados por unos veleros
            que zarpan

desde la mente. la pasión es un trabajo
            que nos recupera,
las puntadas perdidas. hace de urdimbre,
            nos amarra a una trama
más consistente
            sin duda...




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