I
en los
espejos soy siniestro
la sombra del
fuego
la virgen enorme
II
página 40
poema xxi
O muerte y
resurrección
j. cristo
que devela el
sobaco
podrido,
el clavo
oxidado
y su lengua
de mendigo
astral
XII
no quisiste
despertar
la luna
cobijó tus rodillas
dormiste de
boca
como el búho
idiota
que se esmera
en despertar
a los
elefantes
XVII
noche
mugrosa, quítate el velo,
déjate ver
los ojos
escurridos de
plomo,
de dolor de
mausoleo,
de ejemplar
sufrimiento,
muchacha
triste
acerca tu
desgracia a mi hombro
no te
duermas, despréndete
XX
toda la
melancolía para ti, amor
la noche
liquida cae de su cornisa
agua
terrible, no ceses de secarme la boca
con tu
sentencia, toda esta cosa
va hacia
abajo, agua terrible
XXI
un ojo silva
en la noche
XXII
me conmueve
saber
que de alguna
manera
existes,
fantasía. Te
escurres
como caramelo
entre mi
musculatura.
No finjas,
estamos colgados
los unos de
los otros
por el oceánico
cabello.
En mi alma
podría anidar
un pájaro
negro, de cualquier
nomenclatura
siempre negro
o dormir solo
una noche
el negro gato
de Baudelaire.
Mi vasto
perraje es delicado,
fantasía;
bravo, pero
delicado
XXIII
en mi corazón
cabe parte de tu deseo
lo demás dáselo
a los perros
muertos de
hambre
que corroen
la puerta de tu casa
XXVI
mi estornudo
musicaliza este espanto
mientras la
luna llueve escupitajos plateados
que trizan mi
ventanilla, que mojan mi alfombra
XXIX
poetiza es la
mujer y el verbo
XXXI
con pinzas
toqué tu corazón,
no te escudes
en ese monólogo
de novia
abandonada
XXXII
tus ojos
de media luna
con sus vértices
apuntando
a los botes vacíos
tus ojos
llenos de cráteres
sudando
sustancias plateadas
XXXIV
un techo
que se arruga
un dios
que mete una mano
que palpa
el terreno
que mete
una pata
y se queda
a vivir
gran dios
de barbas infinitas
XXXVIII
en algún
planeta lejano
los árboles
crecen
desde el
cielo hacia abajo
y sus
ramas
caen a
tierra
como el
esqueletos ahorcados
XL
un cordón
umbilical
la cadena
la cadena
de su
bicicleta santa
XLI
los poetas
siempre son mañana
crean
las
necesidades,
enseñan,
los poetas,
los
sangramientos,
los
maravillosos sangramientos
del mañana
XLVII
estatuas
budistas esculpidas en meteoritos
XLIX
poeta-observatorio
L
un circuito
de películas cavernarias
y un sueño
feroz que las revuelve
con un poco
de baba onírica
grandes películas,
escenas trastocadas
por el
montaje de los cisnes
LII
se me eriza
la piel como pétalos
que le
ofrecen sus brazos a las nubes
LVIII
fragmentos
como islas
que se
comunican entre gritos
de gaviotas y
náufragos
LIX
vientres de madres judías
héroes eróticos
que resguardan el sudor
de los dioses
que parieron el cielo mojado
LXIII
celestino
estratega de
los destinos
ese alguien
que pronuncia
las palabras
de hastío
con la pasión
de su ilusión
LIX
Ah qué
queremos conocer,
los aullidos de
perros de esta medianoche,
esta inundación,
aquí donde
vienen a morir
los santos enamorados
Valparaíso,
2011
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