viernes, 14 de marzo de 2025

AUTOSCOPIA Y CINE

 




Undertaker ha dicho ya en numerosas entrevistas que cuando lanza a Mankind desde la celda de cinco metros de altura hacia los paneles de los relatores del match, en la lucha libre en jaula del King of the Ring de 1998 (Pittsburgh, Estados Unidos, televisión por cable) sintió eso que suelen llamar desdoblamiento: pudo contemplar a su propio cuerpo que a su vez contemplaba como un otro la caída de Mankind desde esos dieciséis pies de altura, en seco, destruyendo no solo el mobiliario sino también un hombro y cinco dientes. Una maniobra del atletismo más riguroso por donde se le mire. Luego de este encuentro, Mankind entra en crisis, se recupera de sus fracturas, retoma su nombre civil (Mick Foley) y desde entonces la ausencia de sus incisivos se intuye el porqué son parte de su marca. Se dice que es la pelea más recordada de toda la historia de la lucha libre norteamericana. A mi me interesa más bien el hecho de que Undertaker asegure haber tenido una experiencia mística en el momento exacto de aquel evento masivo. 

El término técnico de esta experiencia es "autoscopia", es decir, ser espectador de ti mismo. La propiedad sobre el cuerpo en estos casos queda en suspenso, considerando que es una sensación fundamental para determinar el ser. La imagen corporal es mucho más plástica y flexible de lo que se podría imaginar. Así, un esquiador experto es capaz de expandir su experiencia consciente de forma que sus esquís se convierten en una extensión de sus pies, percibiendo hasta sus extremos como propios. Los pilotos de carreras, de forma similar, incorporan los límites de su vehículo a su percepción corporal, permitiéndoles sentir si pueden atravesar un espacio estrecho o esquivar un obstáculo sin necesidad de evaluar visualmente la distancia. ¿Has intentado caminar con los ojos o sin ellos? En una escena de Las enseñanzas de Don Juan, Castaneda es persuadido a bajar corriendo una colina sumida en la penumbra. El chamán le dice que el cuerpo detectará de inmediato los obstáculos, él sólo se debe limitar a tener la "intención". 

Mi madre me cuenta que mientras yo nacía, ella bajo los efectos de la oxitocina y yo bajo las garras del aún legal fórceps, me vio brotar de su vagina y ser recibido por una enfermera. Vio desde un punto cenital mi cabeza emerger y el corte con tijera del cordón umbilical antes del correspondido llanto. Recuperó el cuerpo —por decirlo de algún modo— ya cuando me habían retirado de la sala, e iba en dirección a neonatología. A veces pienso que si mi madre estaba en el aire viendo mi nacimiento, ¿quién en realidad me parió? ¿Un cuerpo deshabitado? ¿O es que estaba mi madre allí y allá a la vez? ¿Tiene algo de fantasmagórico todo esto?

Es interesante pensar en cómo el cuerpo parece necesitar liberarse en ciertos momentos. Da la impresión de que, ante emociones extremas o situaciones de shock, la conciencia se desvía de los límites que suele imponer la mente en su estado práctico, como si esa estructura se desvaneciera por un instante. Se han reportado experiencias en las que, en situaciones extremas como un accidente de tránsito o al estar cerca de la muerte, las personas perciben información o sucesos que no podrían conocer de manera lógica. En algunos casos, estos fenómenos también se han experimentado mientras se duerme, el llamado sueño lúcido o el arte de ensoñar. En Wikipedia di con el siguiente diagnóstico: "existe un trastorno psiquiátrico relacionado conocido como autoscopia negativa o heautoscopia, un fenómeno psicológico en el que el paciente no ve su reflejo cuando se mira en un espejo." 

El filósofo Thomas Metzinger explica que la idea mítica de un "cuerpo sutil" —una entidad independiente del cuerpo físico que retiene funciones mentales superiores como la atención y la cognición— aparece en muchas culturas y épocas. Ejemplos de esto son las teorías sobre el "aliento de vida" en la era pre-científica, como el ruach en hebreo, el ruh en árabe, el spiritus en latín, el pneuma en griego y el prana en la tradición india. Este cuerpo sutil, descrito como una entidad espacialmente extendida, se creía que mantenía vivo al cuerpo físico y lo abandonaba al morir. También aparece en la teosofía y otras tradiciones espirituales: en el cristianismo, se representa en conceptos como "la resurrección de la carne" y "el cuerpo glorificado"; en el sufismo se conoce como el "cuerpo más sagrado" o "cuerpo supracelestial"; en el taoísmo y el Vajrayana, se habla del "cuerpo de diamante"; y en el budismo tibetano, se denomina "cuerpo de luz" o "cuerpo del arcoiris".

Lo interesante, ya dando por hecho este tipo de experiencias, es cómo y dónde se sitúa el cuerpo "testigo". Dónde lo inconsciente sitúa la cámara. En el caso de Undertaker se contemplaba a sí mismo como si se tratara de un dron. La clásica toma es desde un punto cenital, el cuerpo fantasma que se disocia del cuerpo físico y asciende como un vaho o un vapor. Me parece que el sueño es una experiencia común afecta a este tipo de sensaciones: la de volar, la de parecer omnisciente, la narración discontinua. Entiendo que el modo de soñar de la humanidad ha variado después de la masificación del cine. Uno logra soñar, por ejemplo, con tomas captadas desde aviones, o da con un solo plano secuencia de uno mismo en un tiempo indeterminado (los sueños no tienen tiempo), o el anacoluto en la narración del sueño, el cambio abrupto de escena, como en el cine de Godard. Me ha ocurrido también que sueño diversas historias y todas de alguna manera tienen un hilo conductor. Como si se tratara de los episodios de una serie. Raúl Ruiz, cineasta chileno, lo expresa mejor: “Hace tiempo que sueño cinematográficamente, sueño con una secuencia de base, que es siempre la misma, que se convierte en una especie de sistema reductor que siempre es idéntico, un sistema que tengo la impresión que existe desde antes de la invención del cine. Hay procesos de formalización de los recuerdos que son cinematográficos. Como los espejos, todas las películas están ligadas entre sí y se conectan con las otras cosas.” 

¿Has soñado en tercera persona? Como si se tratara de un videojuego, uno satelita al propio cuerpo. Esta experiencia narrativa, como dije, le debe mucho al cine, del que lo inconsciente también aprende. Benjamin, ya en 1936, lo intuía: “Muchas de las deformaciones y estereotipos, de la metamorfosis y catástrofes que en las películas pueden afectar al mundo de la óptica, nos afectan de hecho en las psicosis, en las alucinaciones y en los sueños. Y esas formas de proceder propias de la cámara son sin duda otros tantos procederes gracias a los cuales la percepción colectiva es capaz de hacer suyas las formas de percibir individuales de los psicóticos o de los que sueñan.” 

Un recurso cinematográfico como el fuera de foco, es decir, cuando la acción transcurre más allá de los marcos de la cámara, y que pueda vivenciarse en un sueño —un asesinato, por ejemplo, que tan solo se oye y no se ve, es a ese tráfico de influencias estéticas al que me refiero. O lo que ocurre en el cine de Alan Clarke, quien ahondó en el uso de la steadycam como forma de seguir el paso del actor. Sus planos secuencias van de costado dirigidos, a la manera de un metrónomo, por el percutir de los zapatos con el suelo. ¿Te has visto caminar en un espejo de bulevar? ¿No será que en la medida que uno encarna su cuerpo de modo imaginario es posible manipular ese ojo hipotético que es la cámara? Sé que resulta un oxímoron eso de “encarnar de modo imaginario”, y que hay libros completos sobre el tema como El significante imaginario del psicoanalista Christian Metz, pero no es de mi interés ahondar en los niveles subjetivos de estas panorámicas sino en la medida que evidencie el tráfico estético entre el sueño o la sensación psicótica y la narrativa del cine. 

Castaneda describe un método para lograr despertar uno en su propio sueño. Es sencillo. En la vigilia centrar la atención en las manos, mirarlas atentamente en todos sus ángulos, con la mente fija y disipada, utilizando y no los ojos, por lapsos largos y breves, la idea es tener una variada gama de sensaciones con las manos. Luego, en el sueño, la pequeña abertura de conciencia que pueda haber utilizarla de lleno para buscar tus manos. Por orden del mismo cuerpo y su entrenamiento, despertará uno en el sueño. ¿No es acaso un método utilizado en el cine de Kieslowski, cuando la cámara se enfoca en un objeto específico difuminando lo que le rodea para, como en una especie de teletransportación, entrar en otro escenario que se esclarece progresivamente? 

No hay misterio más grande que el propio cuerpo. Esto muy bien lo saben los hipocondriacos, o aquella gente que se sobrediagnostica consultando en google cualquier mínima y poco usual manifestación. Y es que, si uno lo piensa bien, ni siquiera la propia voz que se escucha en tu cabeza es la misma que escuchan quienes te oyen. ¿Te has visto acaso alguna vez una costilla o un pulmón? Son desconocidos que te habitan.