jueves, 27 de abril de 2017

PERO UNA DEDICATORIA ES APROPIADA SÓLO CUANDO SE HACE ANTE TESTIGOS: ES UNA RENDICIÓN HECHA NECESARIAMENTE EN PÚBLICO, COMO LA ENTREGA DE ESTANDARTES EN LAS BATALLAS/ 1 poema de Anne Carson










Sabes que hace años estuve casada y cuando mi marido se fue se llevó mis cuadernos.
Cuadernos con espiral de alambre.
Conoces ese verbo frío furtivo: escribir. Le gustaba escribir, le disgusta tener que empezar
solo con una idea.
Usaba mis comienzos con propósitos diversos. Por ejemplo, en un bolsillo
               [encontré una carta
(para su amante de entonces)
empezada con una frase que yo había copiado de Homero: 'εντροπαλιξομενη,
               [como dice Homero
que se alejó Andrómaca
cuando se separó de Héctor: "volviéndose a cada paso"
bajó
de la torre de Troya y se fue por calles de piedra hasta la casa de su leal esposo
y allí
con las mujeres entonó un lamento por el hombre vivo en su mansión.
Leal a nada
mi marido. Entonces, ¿por qué lo amé desde mi juventud hasta la madurez
y la sentencia de divorcio llegó por correo?
La belleza. No es ningún secreto. No me avergüenza decir que lo amé por su belleza.
Como volvería a amarlo
si lo tuviera cerca. La belleza convence. Sabes que la belleza hace posible el sexo.
La belleza hace el sexo sexo.
Tú mejor que nadie entiendes esto... calla, pasemos

al orden natural.
Otras especies, que no son venenosas, suelen tener coloraciones y dibujos
similares a los de las especies venenosas.
La imitación que una especie venenosa hace de otra no venenosa se llama mimetismo.
Mi marido no era mimético.
Mencionarás, claro, los juegos de guerra. Te lo conté muchas veces protestando porque se quedaba aquí toda la noche con los tableros abiertos y alfombras y lamparitas y cigarrillos como la carpa de Napoleón,
supongo, ¿quién podía dormir? Mirándolo bien mi marido era un hombre que sabía más
de la batalla de Borodino
que del cuerpo de su mujer, ¡mucho más! Las tensiones trepaban por las paredes
y se vertían en el cielorraso,
a veces jugaban del viernes por la noche sin parar hasta el lunes por la mañana,
él y sus pálidos amigos iracundos.
Sudaban muchísimo. Comían carne de los países del juego.
Los celos
fueron una parte nada desdeñable de mi relación con la batalla de Borodino.

Lo detesto
¿De veras?
Por qué pasar la noche jugando.
El tiempo es real.
Es un juego.
Es un juego real.
¿Es una cita?
Ven aquí.
No.
Necesito tocarte.
No.
Sí.

Aquella noche hicimos el amor "de verdad", algo que aún no habíamos hecho
pese a que llevábamos seis meses casados.
Gran misterio. Ninguno sabía dónde colocar su pierna y no estoy segura
de que lo hiciéramos bien.
Parecía contento. Eres como Venecia, me dijo sublime.
Temprano al día siguiente
redacté una conferencia ("Sobre la defloración") que luego
me robó y publicó
en una revista bimestral.
Esto era, por encima de todo, una interacción típica entre nosotros.
O debería decir ideal.

Ninguno de los dos había visto nunca Venecia.







Traducción de Ana Becciu

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