martes, 9 de mayo de 2017

PASOS A SEGUIR PARA PERDER UN GOMBROWICZ










El único ejemplar de Contra los poetas de Gombrowicz que ha tenido en sus manos lo perdió una noche, medio ebrio, en la casa de un profesor, tío de su mejor amigo, un ser evidentemente neurótico, quizás de tortura y exilio, quien en un momento de súbita emotividad decidió no regalarle libros sino cambiárselos por los que hace algunos minutos antes le había mostrado. Recuerda, era Léxico familiar de la Ginzburg, que se acababa de editar por Lumen, y este de Gombrowicz, por Sequitur. Le ofreció a cambio uno de Pierre Bourdieu (se debe precisar, claro, que el profesor lo era en Sociología, en alguna universidad privada cuyo nombre no recuerda) y otro de la Hannah Arendt que ya tenía y que aceptó por pura cordialidad. Al hacer efectivo el intercambio, con dedicatoria y todo en la página cordial de la Arendt, oyó cómo rechinaban sus dientes mientras el pequeño Gombrowicz se iba de sus manos, directo, sin miramientos, a parar a la soberbia biblioteca del profesor, llena de Bourdieus y de Lenins, olvidándolo de ante mano, para transformarse ya no en un libro sino en un mero objeto de contemplación.





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