Ángeles y milicos
controlan
las señales
de
esta radio marxista
& el puente se
estrecha
a
medida que se cruza,
hasta dar a entender
que
no existe ese otro-lado. Qué farsa!
Qué bufonesco delito
y
qué más poca comprensión
y
empatía por quienes de verdad
se atreven.
Algo anda mal,
algo
se le olvidó a la gente importante,
a los dioses pongamos,
y ahora nos amarga
la espuma,
o esa esfera de
gases que nos envuelve,
―dicho en new age: aura―
eso
que nos hace diferenciarnos
de
la belleza salvaje.
Somos circunferencias
que se encierran
hasta la muerte.
Somos
eso,
y
algunas arterias
que
se revientan
cuando
la sangre
se
ha cristalizado,
y cuando el sudor,
que
es un aceite tóxico
se
ha derramado en la mar,
y el sol… esta
fogata persistente.
Recuerdo
a toda esta gente
media muerta que
trabaja con nosotros
en este hechizo
común.
Recuerdo
que no queda
mucho tiempo por
delante
para que esto dé esa
victoria ilusoria.
Claro,
eso nos ha sido enseñado.
El Capitalismo es un
atleta
con
piernas de azúcar
que
se adentra en el mar:
una pura tragedia
postergada.
Entonces,
con
los ojos echados
sobre
mis pómulos,
con un sueño feroz
que me tiene
delirante,
digo la palabra
capitalismo,
y
luego la palabra
mareo,
y de ahí la palabra
teléfono.
((ring))
((ring))
((ring))
((ring((
Un llamado de la
ciudad.
“Quédate
tranquilo durmiente,
no te regocijes más
de lo que en casa pueden soportar.
La intemperie es más paciente
cuando se trata de asuntos
de vida o muerte.”
Pero en casa,
respondo: ni en sueños.
El aguacate y la
hierba florecen
sobre mis tobillos,
los elefantes se
acercan durmiendo,
con la lengua
afuera,
implorando una
caridad
de humano, de anarco
sindicalista.
Qué queda de estos
pobres animales,
me
pregunto,
ay mis
elefantes!
El emperador Trotsky
tendrá que responder
frente
a estos desaciertos,
a
todas estas basuras de pequeño burgués.
Todo santo, todo
santo.
Santo Marx.
Santo Engels.
Santo Lenin.
Hasta mi ignorancia metafísica,
y hasta la muerte de todos, uníos!
En
fin, yo lo sé,
sé que nos vamos
a acabar pronto,
pero a ningún rebelde le importa
porque ya están
probando
una máquina que navega en el tiempo,
o que viaja a Marte,
no me importa.
La diseñó un tipo que hizo unas
aseveraciones
verdaderamente
asombrosas.
Dijo cosas tan extrañas
como que se nos
desaparecería
un dedo de la mano, o del pie; no me
importa.
Que el hombre es un
mono fuerte, o el mono
un hombre débil; no me importa.
Un tal Danzig,
Martin, Charly; en fin, no me importa.
¡Oh santo Marx, perdonad
a este pobre compañero!
Una copa de sal
se derrama en mi
columna,
esto de la rectitud cansa.
Alivien la maleta,
tírenla dentro del
tren.
Derramen su último
grano de poder
en este tecleo
idiota,
para despertar
a los insomnes,
para volverles las
manías
a sus propias bocas,
a sus corazones
palpitantes
de amargura.
Recuerden compañeros,
la humanidad es una
forma mala
de decir “somos los
animales extraños,
ustedes no.”
Pero la vida no es
más que
una hermosa niña,
una bebé,
que camina a pies
descalzos
por la arena
caliente.
¡Recuperemos todos
la cordura,
compañeros!…
…porque afuera
no hay más
que carreteras.
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