EL BAÑO/ gary snyder
lavo a kai[1] en
el sauna,
un fanal de parafina sobre una caja
tras la mampara del baño
ilumina el borde de una estufa de hierro
y la palangana sobre el cerámico
vapor y gotas de agua
acicalan el dintel de roca
kai está de pie en agua tibia,
lleva jabón en todo lo suave de sus muslos y el vientre
«¡gary, no jabonees mi pelo!»
―su miedo al picor en los ojos―
la mano jabonosa que palpa
globos y curvas del cuerpo
abajo hasta su entrepierna
hace cosquillas en el escroto, en su pequeño ano,
y su pene se enhiesta
cuando recojo el prepucio para lavarlo
ríe y salta, me abraza,
me acuclillo, desnudo también
¿será este nuestro
cuerpo?
suda y jadea la piedra caliente al vapor de la caldera
baldes de madera salpican agua a las tablas de cedro
el fanal de parafina titila al viento de los pinares
sierra bosque cimeras noche―
al abrir la puerta, masa[2]
deja que penetre el aire fresco
con su aliento dulce y profundo
coge a kai y lo inclina con cuidado sobre su rodilla
cae su cabello largo que le cubre hombro, pechos y barriga
lava rauda y prolija el cabello de kai
quien se molesta y gimotea―
el cuerpo de mi mujer, el valle sinuoso de su columna
el espacio entre sus muslos al que me aproximo
y el arco curvado de su vulva que cubro y sostengo por
detrás
una cosquilla jabonosa la
mano que sostiene el grial
las puertas del éxtasis
que se abren hacia espejos
que giran en un mundo de úteros en úteros, en anillos,
donde comienza la música,
¿es éste nuestro
cuerpo?
el lugar escondido de la semilla
las venas enredadas a las costillas
trepan hasta donde se junta leche
para desembocar en un pezón
―se acopla a nuestra boca―
la leche que absorbe nuestro cuerpo
nos atraviesa de chispas de luz;
el hijo, el padre, comparten el placer de la madre
eso suaviza la flor del asombroso
loto abierto como una compuerta
que cojo y beso
kai se ríe en el pecho de su madre
del que es destetado ahora que nos lavamos el uno al otro,
éste nuestro cuerpo
el saco del escroto de kai posado en su ingle
la semilla escondida aún, que migró de nosotros a él
en ondas similares a las que jugara recién
con el pecho de mara, su nodriza
o yo en ella
o él que emerge
éste es nuestro cuerpo:
limpios y enjuagados y aún sudados
nos tendemos en el escaño de secoya roja[3]
nuestros corazones palpitan suaves
al fuego lento de la estufa de hierro
el aroma del cedro
y luego nos volteamos, nos reímos de lo tocado que vamos,
hablamos sobre la leña y que gen[4]
despertará pronto,
de cómo traerlo para bañarlo también
estos pequeños que aman a su madre
que ama al hombre, que pasa a sus hijos
a otras mujeres
una nube en el cielo. los pinares cimbreantes
el gorgoteo del agua en la pradera cenagosa
éste es nuestro cuerpo
un fuego dentro, el agua hierve en la estufa
suspiramos y nos movemos del escaño
envolvemos los bebés en toallas y salimos
noche negra y todas las estrellas
vertemos agua fría en espalda y muslos
entramos en la casa,
de pie junto al fuego emanamos vapor
kai se acurruca en la badana
gen se mantiene erguido y llora
«¡bao, bao ,bao, bao,
bao!»
este es nuestro cuerpo.
nuestra silueta en posición de loto la dibuja el fuego
bebemos agua fría
los abrazamos, besamos sus barrigas
reímos sobre la tierra monumental
recién salidos del baño
(versión de seba 10)