dice de sí: soy un poeta mediocre,
ve una cara en la canasta de la ropa sucia
―la arquitectura está salpicada,
se puede ver de todo―
figuras tribales en la rejilla del lavaplatos,
lunas menguantes diseminadas
son uñas de futbolistas nenes
universitarios come arroz cuyo
precioso viático han consumido
de pronto, la primera semana
del mes, por las noches
a diez vasos por hora
el poeta mediocre es el objeto
que se quiebra al caer de su repisa
como si la imagen sacra
lo hiciera desde su altar
―un plano en caída libre―
jesucristos de porcelana
virgenmarías de yeso pobre
luego un fuego artificial
o una mota de talco
estampada en un flexit
de motivos pirateados
de motivos pirateados
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