jueves, 17 de diciembre de 2015

DELEUZE O LA MÁQUINA ESOTÉRICA









    Lo que hace Deleuze es vindicar el conocimiento esotérico como lente de interpretación. La concatenación de máquinas como mapa o plano de la realidad, y a su vez su fenómeno de fragmentariedad, expresan por sí mismos la existencia de un vacío plausible, es decir: el espacio constatado entre las máquinas, el lugar no-máquina. El encierro deja de existir como tal, pues todo es superficie en contacto. «No hay psicología, sino una política del yo. No hay metafísica, sino una política del ser», sentencia Deleuze. Y lo que nos quiere dar a entender, quizás, sea que no exista la especificidad, el comportamiento-tipo; existe, más bien, el movimiento por entre la hierba, las barreras franqueables, un modo de conducirse por lo desconocido. Aquí retorna el ello como una pulpa inamovible, imaginariamente imponente e infranqueable, que aterra y fascina; el sentimiento esotérico por excelencia. 





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