lunes, 28 de diciembre de 2015

LA VIEJA/ APUNTES SITUACIONISTAS 4







El suicidio es algo planeado
en el secreto del corazón como una obra de arte.
Lo extraño es crecer.
Pero llegó la vieja. No sé por qué.
Golpeó la puerta, como si fuera el cartero.
El sol, y cartas amarillentas desperdigadas.
No existen escenarios en Chile para escribir.
En calle Lautaro con calle Santiago, allí, allí vive un miserable.
Y entonces la vieja entra contando malas noticias,
y abriendo refrigeradores y despensas,
devorándolo todo. En Chile no hay de qué escribir.
Un holograma elástico que se tensa oscureciéndolo todo.
La vieja sea quizás la Historia.
En esta casa no se conversa, se gesticulan imaginaciones,
la poesía es una mierda y el resto son noticias.
No vale salir con lápiz y papel, coger la micro,
bordear el mar hasta Horcón, solamente
para beberse una cerveza cogido de un árbol enclenque,
en el patio trasero de un matadero de máquinas oxidadas.
No hay de qué escribir, ni en Chile, ni en Villa Alemana.
Alguna vez fue escribir sobre la escritura;
luego, pocos años después, escribir sobre la lectura,
y en ello quedó todo, en una lagartija que pierde la cola
y que con ella se pierde a sí misma en la cosmología
provinciana. Están los amigos, están los santos bebedores,
están los fumetas, y las mujeres que silban en la noche.
Pero de poesía ni hablar. Llegó la vieja.
Y quizás quede escribir dejándolo de hacer,
descubrir otro país, otro tono, aguzando el oído,
y acabar con la farsa; ya que aquí no hay de qué hablar,
y no es que sea todo dicho, sino el silencio bárbaro
del miedo…y nada se oscurece, todo cuelga
asomándose en las orejas, el tono, el ritmo,
en Chile, donde no queda llaga ni sangre,
sino donde está echada la vieja, achicándose,
secándose, sin amor ni verso, desposada. Y en la casa
que no entran ni mis dedos, en Villa Alemana donde
se escribe al revés y sin puntos.







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