domingo, 9 de agosto de 2015

EL SANTO




I

en los espejos soy siniestro
la sombra del fuego
la virgen enorme


II
página 40
poema xxi
O muerte y resurrección
j. cristo
que devela el sobaco
podrido,
el clavo
oxidado
y su lengua
de mendigo
astral


XII

no quisiste despertar
la luna cobijó tus rodillas
dormiste de boca
como el búho idiota
que se esmera en despertar
a los elefantes


XVII

noche mugrosa, quítate el velo,
déjate ver los ojos
escurridos de plomo,
de dolor de mausoleo,
de ejemplar sufrimiento,
muchacha triste
acerca tu desgracia a mi hombro
no te duermas, despréndete



XX

toda la melancolía para ti, amor
la noche liquida cae de su cornisa
agua terrible, no ceses de secarme la boca
con tu sentencia, toda esta cosa
va hacia abajo, agua terrible


XXI

un ojo silva en la noche


XXII

me conmueve saber
que de alguna manera
existes,
fantasía. Te escurres
como caramelo
entre mi musculatura.
No finjas, estamos colgados
los unos de los otros
por el oceánico cabello.
En mi alma podría anidar
un pájaro negro, de cualquier
nomenclatura
siempre negro
o dormir solo una noche
el negro gato de Baudelaire.
Mi vasto perraje es delicado,
fantasía;
bravo, pero delicado


XXIII

en mi corazón cabe parte de tu deseo
lo demás dáselo a los perros
muertos de hambre
que corroen la puerta de tu casa



XXVI

mi estornudo musicaliza este espanto
mientras la luna llueve escupitajos plateados
que trizan mi ventanilla, que mojan mi alfombra



XXIX

poetiza es la mujer y el verbo



XXXI

con pinzas toqué tu corazón,
no te escudes en ese monólogo
de novia abandonada


XXXII

tus ojos de media luna
con sus vértices apuntando
                        a los botes vacíos
tus ojos llenos de cráteres
sudando sustancias plateadas




XXXIV

un techo que se arruga
un dios que mete una mano
que palpa el terreno
que mete una pata
y se queda a vivir
gran dios de barbas infinitas



XXXVIII

en algún planeta lejano
los árboles crecen
desde el cielo hacia abajo
y sus ramas
caen a tierra
como el esqueletos ahorcados



XL

un cordón umbilical  
la cadena
de su bicicleta santa


XLI

los poetas siempre son mañana
crean
las necesidades,
enseñan,
los poetas,
los sangramientos,
los maravillosos sangramientos
del mañana




XLVII

estatuas budistas esculpidas en meteoritos


XLIX

poeta-observatorio


L

un circuito de películas cavernarias
y un sueño feroz que las revuelve
con un poco de baba onírica
grandes películas, escenas trastocadas
por el montaje de los cisnes


LII

se me eriza la piel como pétalos
que le ofrecen sus brazos a las nubes



LVIII

fragmentos como islas
que se comunican entre gritos
de gaviotas y náufragos


LIX

vientres de madres judías
héroes eróticos que resguardan el sudor
de los dioses que parieron el cielo mojado



LXIII

celestino
estratega de los destinos
ese alguien que pronuncia
las palabras de hastío
con la pasión de su ilusión


LIX

Ah qué queremos conocer,
los aullidos de perros de esta medianoche,
esta inundación,
aquí donde vienen a morir
los santos enamorados








Valparaíso, 2011


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