jueves, 13 de octubre de 2016
PIRQUE
Vamos por la carretera,
de Pirque a Puente Alto. El conductor
va muy ebrio, y su mina, una mujer mayor,
va a su lado dormitando.
Veo entre ambos asientos el resplandor móvil
de las luces vinientes, quizás nos volquemos.
Veo
árboles deteriorados,
reptando desde la tierra al cielo.
Veo
una mujer
llorando
con un cigarrillo
paseando a su niño.
Veo un libro lleno
de estrellas sobre el capó,
una luz que escruta el continuo venir de los vehículos.
Veo una cueva, un leve río que se mueve en línea recta,
hacia las cloacas del poniente.
(Imagino que no existe la imaginación, quizás,
pues toda imagen retorna desde su prúrito de píxeles.)
Ya en el vagón de vuelta a casa,
veo un niño que vende agua mineral
por los vagones del metro. Tiento
a pensar que está solo
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