martes, 21 de noviembre de 2017

COCHINA CARNICERÍA DEL MUNDO/ 9 poemas de Carl Sandburg










LA NIEBLA

La niebla llega
con pisadas de gato.

Se sienta
sobre sus ancas
silenciosas
para observar
el puerto y la ciudad.
Luego se marcha.




EL PASTO

Amontonen los cuerpos en Austerlitz y Waterloo.
Remuévanlos con una pala y déjenme trabajar—
                            Yo soy el pasto. Todo lo cubro.

Amontonen los cuerpos en Gettysburg, Ypres y Verdun.
Remuévanlos con una pala y déjenme trabajar.
Pasarán dos o diez años y los pasajeros
preguntarán al conductor:
                            ¿Qué lugar es éste?
                            ¿Dónde estamos?
                           
                            Yo soy el pasto.
                            Déjenme trabajar.




ASTILLA

El canto del último grillo
cruza por el frío
de la primera nevada,
y así se despide de nosotros.
Esa astilla delgada que canta.




EL ENJUAGUE DEL MAR

El mar enjuaga sin fin.
Se repite y se repite el enjuague del mar.
¿Sólo conoce las viejas canciones?
¿Eso es todo lo que sabe el mar?
         ¿Solo canciones de
         vieja potencia?
         ¿Eso es todo?
El enjuague del mar se repite y
se vuelve a repetir.




BOSQUEJO

Las sombras de los barcos
se mecen encima,
sobre el brillo azul claro
del tardo y suave redoblar
de la marea.

La larga playa color de lana,
donde el cielo se moja,
forma un brazo de arena
sobre un trecho de sal.

Los pliegues infinitos y diáfanos
del agua, seductores,
se deslizan y se van.
Las migajas de las olas
y las blancas burbujas reventadas
lavan la playa.

         Se mecen encima,
         sobre el brillo azul claro,
         las sombras de los barcos.



TRANSCURRIR

La arena del mar
se torna roja
cuando llega y tiembla
la puesta del Sol.
La arena del mar
se torna amarilla
cuando, incierta,
la Luna se inclina




JACK

Jack fue un negro garboso y baquetón.
Durante 30 años trabajó en el ferrocarril, 10 horas al día, y sus manos se volvieron más duras que las suelas de sus zapatos.
Se casó con una mujer fuerte y tuvieron 8 hijos y la mujer murió y los niños crecieron y se largaron y le escribieron cartas al viejo cada dos años.
Murió en una pobre casa, sentado en un banco bajo el sol contando sus recuerdos a otros viejos cuyas mujeres murieron y sus hijos se largaron.
Mostró gozo en su rostro al morir igual que mostró gozo durante el tiempo en que vivió —él fue un negro garboso, arrogante y baquetón.




CIRCO DEL AIRE

         ¿Había muchos espejos giratorios?
         ¿Se juntaban las luces plateadas y rosas?
         Los jinetes llegaron llorando (resuélvanme este enigma).
         Los jinetes, montando horquillas de oro, lloraron y siguieron su marcha mientras los planes truculentos (de caza y combate, helicópteros y bombarderos) llegaron,
         bañados en luz, arrojando banderas—
         ¿Cada jinete recogió un espejo giratorio?
         ¿Cada jinete se trenzó con el plateado y el rosa




CHICAGO

Cochina carnicera del mundo,
fabricante de herramientas,
granero de trigo.
Juegas con los trenes y con
el flete comercial de la nación.
Despellejada, tormentosa, alborotada,
ciudad de espaldas anchas:

Me dicen que eres impía, y yo lo creo, pues he visto a tus mujeres pintarrajeadas, bajo faroles, engatusando a los jóvenes rancheros.
También me dicen que estás torcida y yo respondo: Sí, es verdad, pues he visto a sus pistoleros que asesinan y son puestos en libertad para volver a asesinar.
Y me dicen que eres bestial y yo respondo: En los rostros de mujeres y niños he visto huellas del hambre desenfrenada.
Y después de responder eso, miro a los que hacen escarnio de mi ciudad y les regreso su escarnio diciendo:
Muéstrenme otra ciudad con la frente en alto que cante con orgullo por estar viva y tosca y fuerte y ser una marrullera.
Arrojando improperios magnéticos en medio de la faena que amontona trabajo sobre trabajo, está un gran zángano.
Temerario que obstinadamente resplandece en suaves ciudades chicas;
Fiereza de perro con su lengua lamiendo la acción, solapado como un abismo salvaje en contra del salvajismo,
Cabeza rapada,
Mercenaria,
Náufraga,
Calculadora
Que construye destruye y reconstruye
Bajo el humo, con tierra en la boca, mostrando sus dientes blancos en la carcajada,
Bajo la carga terrible del destino, riendo a carcajadas como sólo la juventud sabe reír
Riendo con la ignorancia del combatiente que ríe porque nunca ha perdido una batalla
Jactancia y carcajada que marca el pulso en su muñeca y bajo sus costillas late el corazón del pueblo.
¡Carcajada!
Carcajada tormentosa, robusta, risa alborotada de la

Juventud, medio desnuda, sudorosa, con el orgullo de ser una cochina carnicera, fabricante de herramientas, granero de trigo, la que juega con trenes, flete comercial de la nación.




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