dos poetas pisan hoy la libre
uno en negro, el otro en blanco irradian
garúa, mármol, rayos equis, polen
aquel me presta dos libritos raros
poemas reunidos de j saenz
un ensayo lírico de la ollé
el otro, además de un ojo entintado
(practica boxeo) me pasa su kindle
para cargarle material demente
1 me abraza y se muestra nervioso
2 me da la mano como un tentáculo
o una navaja suiza de tendones
y gesticula un español patiperro
1 lleva una alfombra por bigote
el segundo se afeita por completo
a) es color marrón y fuego campestre
b) de un azuloso con fondo plata
a) escribe con la guata, el dos con piel
alfa me trae un libro eléctrico, omega
dos libros húmedos, de olor fuertísimo
baco usa lentes gruesos, atigrados
apolo unas gafas tipo thelonius
y se le va un ojo clara me parla
sobre los artefactos duchampianos
la yema tantea vender su libro
a un lector fiel de garcía márquez
el azul me pide un favor, al rojo
se lo ofrezco, y me dice no, que tranqui,
que la noche es joven y que los libros
ya no se compran en las librerías,
sino que en los portales de internet
dos de los poetas fundamentales
de su generación están hoy aquí
rojo habla de los libros que saldrán
a la calle con su nombre, azulino
palpa los libros del mesón, murmura
oh williams qué exquisito qué exquisito
uno me lleva fuera de mi metro
cuadrado, bien lejos de mi trabajo,
dos persiste en su sitio, respirando
me visitan poetas, el tinto y el blanco
cebada alba, ama el fermento de trigo,
el tinto cree adulto el beber vino
el bizco decreta la primacía
de la imagen; el miope de la víscera
y el readymade; don bizco es concreto,
de textura, corpóreo, de piel
miopía arma condominios verbales,
el flaco tiende a enflaquecerse más
que el robusto holgazán y sedentario
ying lleva bufanda, yang un pañuelo,
ambos cubren su cuello, son delicados
con lírico me emborracho y doy jugo
con prosodia me río a carcajadas
zampándonos una merluza al horno
ninguno tira lihneas ni larea
ni párrico o nerúdico, mistraliano,
huidobriano, quizás; aunque sí creo
que uno es variniano y el otro olsoniano,
o theniano, si sigo con muchachas
samurai parece surcar el aire
niño baila a solas en una disco
el tornillo rueda y me enseña, en tanto
tuerca, quieta, aparente, me desaprende
el sensei ama a su mujer y a su niño
el alguacil a su madre, papá no hay
yo labura de poeta, ello boxea
estiman a zurita, aunque a su modo
groucho me pide un vaso; harpo, nombres.
los dos extremos me visitan hoy,
son el yin y el yang a pata y con bolsos
iluminan la libre con destellos
de sapos, koyaks y cinematógrafos
sólido me exhibe su ojo morado
gaseoso me abraza algo nervioso
dos poetas de esa generación
el norte y el sur, un polo y el otro polo,
el blanco y el negro, el azulino y el rojo,
cilindro y pirámide, el ojo y tripa,
velludo y desvelado, homo y el hetero,
bototo y zapatilla, clara y yema,
el clavo y la madera, lo uno y lo otro
vienen a la librería y no se hallan
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