Ni te conozco, pero sé que una gorila te parió
en plena ceremonia de tambores y fuego;
y que mi cigarrillo lo consume tu melodía y no el aire,
este aire burlón, como de las nieves, que irrumpe despacio
por los entresijos de mis ventanitas que dan al West Village.
Supe, sin conocerte, de algunas muchachas blancas que te
[guiñaron
los ojos, y mojaron sus calzones y sus labios mientras tocabas
Wednesday Night Prayer una calurosa noche en New Yersey.
(Y sé también, ah, que Kerouac nunca te vio tocar,
y que nunca siquiera te nombró en alguna
de sus disparadas novelas de etileno.)
Un candor sube por la cervical
y me abre la frente como una rosa ardiente
beep & bop, como los camiones muertos en la selva,
de este tema que suena por la radio,
inevitablemente carcomido por la señal, en mi cocina,
como los latidos de una histérica, y ay adeus!
sólo una frase del contrabajo basta
& nos damos la hora en nuestra floreada-tumba-rosa…
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