sábado, 10 de octubre de 2015

EL CUARTEL DE LAS JIRAFAS/ SEIS POEMAS de John Ashbery






CERO POR CIENTO


Bueno, di que no tiene título, pero 
no pienses que te quedarás fuera:
El título lo encontrará con la misma certeza
de un misil termodirigido que colisiona
con un asteroide. Abajo, ejércitos
y océanos de taxis se apretujarán sin quererlo.
El título siempre gana.




EL REY VIRGEN


Ellos saben mucho más y mucho menos, 
“detalles inocentes” y cosas por el estilo. Era tiempo 
de hospedar o callarse. La claymation1 está tan pasada de moda,
pensó el rey. El virus de la acuarela
desvió a miles.

Algo me dice que leerás esto en un tren
que atraviesa a trompicones la Georgia rural, sacudiéndote el sueño 
de los ojos, mientras el conductor pasa
cargando un bollo. Nos mudaremos hoy,
hoy en el sofá.




POEMA


El sol viaja todo el día,
luego se oculta.

Vamos a usar tus zapatos,
pues ya casi son viejos.

Desde su regazo inescrutable,
un pollo con una pata de madera da su cara al mundo.

Toda esta gente corre en círculos.
Me pregunto qué hacen en tiempo real.




IDEA DE STEVE


Qué mal que la idea que tengo de él 
se base en alguien más, llamado Matt
(otro nombre ordenado), que me caía gordo
sólo porque alguna vez pensé 
que me despreciaba, lo que nunca creí realmente. (¡Uy!)
Esto se pone complicado, como siempre.

Dejemos a Steve en el inicio de un sueño,
donde pertenece, y pertenece también a otros 
que se burlarán de él y poco a poco empezarán a odiarse
por hacer eso. Él era una buena persona, y además
no merecía nuestra atención incesante, aunque 
las calcomanías de su defensa indicaran otra cosa. Susan era distinta.
¿Quién marca el teléfono y se adentra en la nieve, más allá 
de donde la masa de individuos puede llegar? Ahora está callada,
ella también.




EL CUARTEL DE LAS JIRAFAS


Prueba esto, pero sólo por un rato.
Si funciona, podrá decirse que no perdiste nada,
que es lo que significa ganar. ¿Quién puede imaginarse
qué te trajo a los tribunales? ¿Qué bella habilidad? 
El trágico, incuestionable, divertido amor de la juventud 
espanta a todos. Me pongo mis pantalones
encima de mis calzones. ¿Aún no pasa la noche?
No en realidad. Mi servicio expira en cinco meses.
Entonces estaremos juntos siempre.




EL QUE AMA Y HUYE


La mala noticia es que el barco aún no llega;
la buena noticia es que aún no zarpa.
Lo siguen cargando nativos con sombreros cónicos
sobre sus cabezas. Aquí vienen los transistores,
plátanos, durián (fruta que, se dice, tiene olor nocivo),
mamilas, fotocopiadoras y recuerditos,
¡unos tan gloriosos! Nada útil, excepto llaveros,
relicarios que necesitan adornarse, una pelota para meterle vida.

Sin embargo, es difícil no imaginarse la pérdida.
Pienso, aunque no puedo estar seguro, 
que todo esto se está sumando a mi cuenta. 
¡Ay de nosotros! Nunca vamos a pagar, 
aun así, ni en un millón de años. 
Todo es promesa.

Demasiado tarde, actuamos fuera de las rimas necesarias,
tipos honestos, temerosos de Dios, que exhiben el trasero,
ansiosos por aceptar la mano que el destino les deparó
y jugar con ella. Ahora, la tristeza café es la librea
correcta para cuando salimos. Es importante 
encontrar una copia de la reproducción y enviársela
o revendérsela, “y con leche”.2
Eso era lo más agradable que tenían, feliz cumpleaños.

¿Por eso recibiste un mandato?
Porque me gusta más aquí, cerca del centro.
Te sientas en el sofá. 
Toma un vaso de algo.
Vas a oír una ciudad.




Traducción de Rodrigo Círigo
Extraído de la revista literaria Punto en Línea, N°57; México.




John Ashbery (Nueva York, 1927) Comenzó sus andanzas como crítico de arte, y terminó siendo, de manera casi involuntaria, el máximo exponente de la llamada Escuela de Poesía de Nueva York. Se dio a conocer masivamente con Autorretrato en espejo convexo, en 1975, con el que consiguió el Premio Pulitzer. Es autor entre otros libros de Hotel Lautréamont (1992),  Como los paraguas siguen a la lluvia (2000) y Un país mundano (2007). 

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