e.e. cummings (o E.E. Cummings, que para el caso es lo mismo) conjuga soberanamente en una misma literatura lo que se entiende por experimentación formal (disposición del texto, juegos tipográficos, mutación de las palabras, etc.) y la poesía más sublime, pasional y desenfadada. Sucede aquí un cruce necesario que revindica la experimentación como suceso "entendible", y no, como suele ocurrir a menudo, como ininteligibilidad molesta. En cummings no hay verborrea, y si se quiere, hay más bien una prístina poesía que se somete a la entropía de los significantes, y no por una vacua voluntad de ensuciar su inmaculada presencia, sino como forma de enaltecerla y mostrarse como lo que es: una poesía activa en la oralidad. A Cummings no hay que leerlo en bibliotecas, sino a boca de jarro entre el bullicio y la algarabía de la urbe.
Dejando de lado estas vertiginosas y sentimentalistas palabras para introducir al poeta anglosajón, los invito a leer una selección de sus poemas —traducidos y anotados por Ulalume González de León para los materiales de lecturas de la UNAM, México— siguiendo el siguiente link:
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