lunes, 26 de octubre de 2015

LA FAMILIA KOROLENKO/ Primer Poema: Fragmento de "El Mal Lector"







I.            I. Öschla Korolenko


Abducida, no, alucinada evoco los tiempos de guerra
en mi cocina de Santa María. Bebo café frío, como solíamos hacerlo.
Dmtri duerme en su cunita. Aleksandr viaja de Montevideo.
Un pobre dorado volatiza los rincones, la mesa: mi barca náufraga,
quieta la noche. La orilla inmóvil, aburrida.[1]                        
Pienso en los bailes que no bailé, en los pianos que no escuché,
en los muchachos que no besé.                  La cocinilla, ¡ay!
y tanta hambre que pasamos ¡y tan poca juventud!
La nostalgia aquí quizás regocije; pero así y todo
no se despega jamás de los muslos estremecidos del vértigo.
El vértigo de la guerra me refiero. De la guerra y del hambre.
Diré, claro, quién soy: nací en Kiev, en 1929.
Mi nombre es Öschla Pávlovna Korolenko.
Mis padres me abandonaron en la capital cuando yo era una nena.
Crecí en Odessa, una ciudad al sur de Ucrania,
que bordea y decora el Mar Negro con su arquitectura marmolea.
Pasé toda mi huérfana infancia entre barcos pesqueros y comerciantes,
subiendo y bajando las ―para mí― tristes escaleras de Potemkin.
¡Parecía en esos años que todo el mundo se acercara a ellas
en un intento morboso de empatizar con nuestra desgracia!
Insulsos turistas europeos, o fariseos moscovitas,
que prácticamente nos daban de comer a cambio de chucherías
y fotografías instantáneas, inscrita en ellas: Потёмкин, 1935.
Esas condenadas escaleras. Me parece que aún corre por ellas
sangre y sudor, creo aún olerla, confundirla no sé,
con pescado húmedo y lágrimas de mujeres.
Aleksandr es mi marido. Nos casamos acá. Lo conocí en un viaje.
No de placer, sea dicho.
Una diáspora. Un exterminio, sin eufemismos.
Fuimos lanzados fuera de Ucrania, como a otros los lanzaron a la muerte.



[1]De un poema de Pushkin dedicado al mar de Odessa, escrito previo a su destierro a Pskov (N. de la T.)

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