Pongo
un disco de Joy Division. Y me siento frente al bowindow con el computador
abierto. Abro el Word. Pongo letra Times New Roman, calibre 14, 1 espacio,
justificado. Veo a un hombre de piel roja cruzar la calle, con un bulto bajo su
brazo. Por lo que alcanzo a ver son varios sobres metidos en una bolsa de
multitienda. La alarma de una casa comienza a sonar. Los automóviles prenden
sus luces. Consulto el reloj: son las 19:28 p.m. Mi hermano escucha a Dexter Gordon en la otra habitación. No
alcanzo a saber qué canción. Escribo como un niño con déficit atencional,
parando cada vez por ínfimas curiosidades y dispersando todo el texto hasta
serme las ideas, en un punto, inalcanzables. Me detengo a investigar sobre Ian
Curtis, busco los poemas de Ian Curtis. Es como Jim Morrison, pero con las
piernas amputadas cantando atiborrado en medio de una fábrica abandonada. Doy
con un documental subtitulado al español sobre Joy Division. Lo he visto ya
tiempo atrás. Recuerdo que es como contemplar el punto cero del nazismo
suburbano. Sin ellos no vería cualquier tarde, frente al Líder de Bellavista, a
los punkies pidiendo plata. Sí, ahora recordé. El guitarrista dice una frase
que ocupé alguna vez en un poema: no vi
un árbol hasta los 9 años. El poema lo había titulado precisamente Joy
Division. Ahora se perdió entre la serie de reescrituras que han sufrido —o
gozado—, mis textos. El nombre Joy Division fue extraído de una novela llamada
House of Dolls (no confundir con la obra de teatro de Ibsen) de Ka-Tzetnik
135633. Esto es lo que dice una página sobre el autor (cuyo nombre es
evidentemente curioso): El
hombre conocido como Ka-Tzetnik 135633, sobrevivió al Holocausto para descubrir
que la supervivencia no era suficiente para poner fin a su tormento. Durante
treinta años vivió pesadillas nocturnas de aterradora intensidad, cautivo de
los horrores de su dos años en Auschwitz. Finalmente, en 1976, buscó la ayuda
del Profesor Bastiaans, el psiquiatra holandés que fue el primero en reconocer
el Síndrome del Campo de Concentración, y que había tratado con éxito a
supervivientes de los campos por medio de una terapia que incluía dosis de LSD.
Ya
se ha hecho de noche. Cierro las cortinas.
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