A PARTIR DE JAMES M. CAIN
El tenor arrugado
parpadea. El cartel
dice COMER —jugo
neón azul en
un fondo negro
oscurecido por sombras
que brillan y
dañan—. Quizás estás
ahí, quizás no,
subiendo desde Texas
con pensamientos acuáticos
embalados en una
caja verde de
sombreros. Los árboles
en el Twin
Oaks Diner agitándose
con acostumbrada pasión.
Un lago rodeado
por cortinas azules.
Muérdeme, Frank, dice
ella. Mientras la
carretera se empina,
ellos caen revoloteándose
en sangre. El
héroe de aluminio
suéñase volando sobre
pinos. Oh, aldea
absorbida en sombra,
el loco rey
rubio está conduciendo
Taxi Amarillo de
Laguna Beach a
El cerrito. Sucede
todos los días.
Sobre agua turbia
los destruidos dioses
de la superficie
todavía se sostienen
como la metafísica
a viejas cronologías
donde la rabia
puede cobrar importancia
repentinamente. El lago
se agita dos
veces pero sólo
apenas se desborda.
La sangre absorbe
aún más lento,
aliviándose mientras se
seca. El propio
concepto de dimensión
resulta desafiado entonces.
El cerco tiende
límites, rompe círculos
lineales congelados como
una cuerda. Algo
siempre sucede; alguien
cuenta aproximadamente aquello
que hubiéramos adivinado.
La trama sangrienta
de Rob Roy
derrota el mal
decadente. Hojas cubren
el muro restringiendo
a otros mundos
y caen en
pedazos allí. Ojos
tan azules como
zapatos de muñeca,
ella cuenta la
versión fílmica pero
se inflama, frena,
espera mientras Frank
mata a Nick.
Un corte o
Surco cubierto de
helechos cae violentamente
a la oscuridad
como la última
nota que escribió
Nick. Cada frase
Corta es levemente
elegíaca como la
manera borrascosa de
la muerte, sin
aliento por ahora,
maneja con ambos
pies al infinito
y la cena;
donde, después de
caer Oakland, ella
yace silenciosa en
la cama, blancos
labios preñados. Las
historias necesitan un
calor trastocado con
trazos de homicidio.
Escuchado por casualidad
en el hogar:
estoy en la
casa de la
muerte ahora, el
primo de las historias encadenado a
la verdad y
el sueño, vinculando
método y comprensión
en la sintaxis
de cartas de
amor siempre más
distanciadas. Esto se
llama ficción en
el jardín nocturno
de la madre
bañado de sol.
Después de morir
Cora, todo se acaba
en nada. Se
escuchan ángeles llorando
cada quinta frase.
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