Fotografía de Vivian Maier |
Acabo de huir de la juventud con una triste decepción.
Los grandes himnos, los sueños más amplios y
vertiginosos no son más que
[lacra.
Comida por estipendios canallas, frases hechas y
armadas, a espaldas
[de
los célibes más puros.
No me voy asqueado, me voy a rebrotarme de pústulas
criminales,
cristales que se devorarán a sí mismos en mis arterias
de lento ritmo.
Culmino en mi decencia, la tundra de briscas vienen…
Un ejército pedaleando en la noche, en camisón y
cerveza,
diletando a los nuevos bocazas, de sur y miel.
Frescos, biseles en gargantas no de cantantes ya, ni
troqueles;
sólo quien cuente maravillas en dimensión nueva
es digno de las orejas que aletean
por el ancho y mareado mundo. La
novela.
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