No me da ni cosquillas decir —a mi parecer siempre, aunque suene amarillista, siempre a mi parecer— que Luis Hernández Camarero es sino el más grande poeta latinoamericano de la segunda mitad del siglo pasado. Otro, que para mí ya es básico, es Enrique Lihn. Como suele ocurrir (la historia resabida) su obra fue recibida con escepticismo entre las esferas artísticas y academicistas del Perú, y luego de su tercer poemario Las Constelaciones (1965), decide no autopublicarse, sino algo mucho más rústico aún: empieza, como un copista infantil, a trasladar su obra a pequeños cuadernos de escolar, los que además decoraba con dibujos y lápices de colores; que fueron pasando de mano en mano, difuminándose entre la población y los años. Se ha hecho un exhaustivo rastreo y recuperación de estos cuadernos, a los que podrán echarles una mirada en el siguiente link. Una estética naif resaltando unos poemas que no tienen parangón. Todo entra y sale de la poesía de Hernández Camarero: el western, la novela negra, las micro biografías, los conceptos científicos, la descripción de espacios y lugares fantásticos, y el lugar preponderante que ocupa la música, sobre todo la clásica. Prosa y verso indistintamente.
Fue Nicolás Yerovi quién recopiló todo este material y lo publicó en forma de libro, Vox Horrísona, un año después de la muerte del poeta (suicidio, locura, qué más da a esta altura), un libro muy difícil de conseguir, pero que vuestro servidor está pronto a subir a la nueva sección Librería Imaginaria, en su versión pdf, completamente reeditado y rediagramado, para el deleite del público de este blog.
GRAN JEFE UN LADO
DEL CIELO
Gran Jefe un Lado del Cielo atravesó sin esfuerzo el estanque de agua pesada
que lo separaba de su vehículo espacial naranja a rayas doradas que lo esperaba
reposando sobre la delgada línea de aluminio del aeródromo.
En un inicio, luego que Tras manejar con velocidad ¼ C, la máxima
permitida en la playa galáctica, hubo llegados ala marchita mansión donde lo esperaba su extraño conocido: El inspector, se sintió levemente extrañado y algo solitario.
El Inspector se hallaba en aquellos instantes empeñado en componer una canción utilizando la técnica aleatoria.
Luego deslizó la mano sobre el clave bien temperado. Algo lo hizo recordar que era hora de tomar en la piscina de azules aguas un baño. Nadó por espacio de diez minutos: ortodoxo, espalda, crowl y mariposa.
Luego descansó al sol.
FEDERICO CHOPIN
En las estrellas
Del cielo de Varsovia
Hay una fuente
De cristal y límpida
El agua fluye
Tras los alambres de púas
La fúlgida
Herrumbrada selva
De las latas luces
Υ un horizonte azul
Más allá de Varsovia
Con el corazón
En París
Y luego
Tu cuerpo torturado
Pobre poeta de Polonia
En el cielo azul
De Varsovia
Hay
una
fuente
LA TARDE NORTE
Oscurecía en la
Antártida.
Eran las 11 p.m.
Eran las 11 p.m.
Como un arrullo
De terciopelo
Escarlata:
Tal como el
Crepúsculo. En
el puente de
mando el capitán
observaba en las
estrellas la forma
para llegar al
estrecho de Behring
en un tiempo fugaz
eufónico, escuchaba la
obra de Vaughan Williams,
a la par que
deslizaba cubos,
neperianos, raíces.
funciones, astrolabios,
ecuadores...
COSAS ROBADAS
Immanuel Kant habla
Veinte conceptos me han sido
Últimamente robados
Felizmente se reconocen
Con mucha facilidad.
Ellos llevan limpiamente
Mi I.K. grabado
EL AMOR INFINITO
(Novela de
cow—boys)
CHAPTER ONE
El forastero
Clavó su mirada
Acerada
Sobre el límpido bar
Y ordenó
Dos whiskys
Dobles. El tren
de Georgia, Atlanta
surgiría de lo ignoto
a las 6:25 a.m.
Luego llamó a su caballo llamado "caballito", de color azabache como Furia, un equino inteligentísimo, con estribos de plata. El vestía una camisa a cuadros tipo mantel y su chalecο chalaco de cuero, su cinturón con revólver Colt 45 cruzado con Lüger.
Mismo Oeste, Mismo California, Arizona y Idaho, Ducal y Salem. Sería voz 2,3 de la mañana.
El vaquero no hacía nada, aparte de tomar whisky, era el Llanero Solitario sin antifaz y sin compañero Toro.
Había estado en sitios donde la mano del hombre no había puesto el
píe.
Le gustaba la Música aburrida y había leído a Freud y a Fido, antiguo filósofo latino.
SI POR LEALTAD
SI POR lealtad
A las playas de Verano
Ves nacer en ti
La espuma que rodea
Un blanco país
Υ la ciudad que es tuya
Por haber nacido
Υ alto, en el cenit,
Orión, así,
Pero volar
"Es superior
A arrastrarse"
(Es poesía
Moderna israelí)
Siempre admiré
A cuatro judíos
Sigmund, Einstein
Marx y el
Pastor innombrable
Que llevan
Algunos en el cuello
O en el corazón
Esa flor sempre
(sic) vívente (sic)
Sempre vivente vivace.
Luis Hernández Camarero (1941, Perú - 1977, Argentina) fue un poeta peruano de la denominada generación del 60. Su poesía influyó de sobremanera en las generaciones posteriores, sobre todo a Hora Zero, movimiento poético peruano de la década de los 70s. Falleció en circunstancias aún no esclarecidas en Buenos Aires. Su obra consta de: Orilla (1961), Charlie Melnick (1962), Las Constelaciones (1965) y Vox Horrísona (1970), cuya versión de 1978, editada por Ediciones Ames, también incluye todos los títulos anteriores, además de algunos inéditos.
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