martes, 3 de noviembre de 2015

XX POEMAS/ UN POETA de Robert Walser






          Un poeta se inclina sobre sus poemas: ha hecho veinte. Pasa una página tras otra y descubre que cada poema despierta en él un sentimiento muy particular. Se devana penosamente los sesos tratando de averiguar qué es lo que planea por encima o en torno a sus poesías. Presiona, mas no sale nada, golpea, mas no logra sacar nada, tira, pero todo sigue tal cual, es decir, oscuro. Se apoya sobre el libro abierto entre sus brazos cruzados y rompe a llorar. Yo, en cambio, el pícaro autor, me inclino ahora sobre su obra y descubro con infinita indeliberación en qué consiste el problema. Se trata simple y llanamente de veinte poemas, uno de los cuales es sencillo, otro pomposo, otro mágico, otro aburrido, otro conmovedor, otro delicioso, otro infantil, otro muy malo, otro bestial, otro inhibido, otro ilícito, otro incomprensible, otro repugnante, otro encantador, otro comedido, otro extraordinario, otro esmerado, otro abyecto, otro pobre, otro inefable y otro que ya no puede ser nada más, porque sólo son veinte poemas distintos que en mi boca han encontrado una valoración, si no precisamente justa, al menos rápida, lo que para mí supone siempre el mínimo esfuerzo. Una cosa es, sin embargo, segura: el poeta que los escribió aún sigue llorando, inclinado sobre el libro; el sol brilla encima de él; y mi risa es el viento que corre impetuoso y frío entre sus cabellos.




Robert Walser (1878-1956, Suiza) murió paseando y en la nieve. Antes que la escritura, Walser consideraba sus paseos parte inherente de su vida. Ya casi al final de sus días se dedico en estos dos ámbitos de lleno a desaparecer, con una caligrafía cada vez más diminuta (Microgramas se les llamó) y sus salidas a la perdición, paseos en apariencia inocentes, pero que tenían en sí el impulso irreversible de la huida. Y helo allí, a pocos pasos de la muerte, pasos marcados sobre la nieve, y luego un salto (¿por qué en la foto hay un trecho tan grande desde el último paso hasta el cadáver?), el salto mortal. Entre sus obras más destacadas encontramos El Ayudante (1917), Los Hermanos Tanner (1907), La Habitación del Poeta (1908), El Paseo (1925), y los ya mencionados Microgramas (1924-1933).



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